El Forn de la Calç de Calders, Catalogado como Bien Cultural de Interés Local, se encuentra dentro de la lista de los 150 mejores elementos del patrimonio industrial de Cataluña del departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya.
El Forn de la Calç de Calders, Catalogado como Bien Cultural de Interés Local, se encuentra dentro de la lista de los 150 mejores elementos del patrimonio industrial de Cataluña del departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya.
Elemento formado por tres hornos circulares de cal adjuntos a la casa del mismo nombre. La tradición de explotación de la piedra calcárea se remonta al siglo X, aunque estos datan de mediados del siglo XIX y fueron explotados hasta los años 50 del siglo XX.
Estos hornos se hacían en lugares donde había piedra de cal y leña. A pesar de que su utilización era esporádica, tenían una duración limitada, ya que cuando se cocía la cal también se cocía el horno, comprobándose que en cada cocida el desgaste de las paredes era de unos 2 cm.
Cataluña fue una de las primeras regiones europeas en iniciar, a finales del siglo XVIII los procesos de cambio que permitieron la evolución desde una sociedad económicamente preindustrial establecer nuevas e incipientes formas económicas y de producción plenamente industriales.
Esta rapidez y precocidad en la industrialización catalana le dio dos características propias bien definidas. En primer lugar, la creación de una burguesía autóctona plenamente identificada con este nuevo proceso de industrialización y producción.
Y, el segundo lugar, una forma de industrialización infrecuentemente diversificada, tanto por la amplitud y variedad de los sectores productivos afectados cómo por la distribución geográfica por la mayoría del territorio catalán.
Esta diversidad temática y geográfica determinará extraordinariamente el análisis y la situación de los restos físicos y materiales de los diferentes procesos de industrialización de Cataluña, conforman lo que se conoce patrimonio industrial.
El patrimonio industrial agrupa todos los elementos muebles, inmuebles e intangibles relacionados con los procesos de explotación y fabricación industriales, incluidos todos los aspectos y contenidos: máquinas, edificios, procesos productivos, utillajes, sistemas energéticos, sistemas de transporte, lugares de almacenamiento, casas de los amos, viviendas obreras, espacios sociales, archivos, documentos gráficos y sonoros, publicidad, historia social, cartografía, planimetría, documentación comercial, muestrarios, etcétera.
En la época romana la cal era ya muy utilizada y su obtención era bien conocida, de tal manera que Marco Poncio Catón (234- 145 a. de C.) en su obra «De agricolia» explica con todo detalle cómo debe ser un horno de cal. Esta técnica no varió mucho a lo largo de los siglos, ya que los hornos que funcionaron hasta la década de 1950- 60 son prácticamente idénticos a los descritos hace más de 2.200 años. Estos hornos fueron abundantes dónde hubiera roca calcárea, pero hoy en día no se encuentran fácilmente.
Cerca de la font de les Tàpies, hay tres cavidades excavadas un camino qué son los restos de antiguos hornos de cal. Uno de ellos casi no se reconoce, pero los otros dos aún permiten imaginar su aspecto original.
Tienen forma casi cilíndrica, y en la parte baja, apodada olla, son un poco más estrechos, ya que los envuelve un escalón llamado banqueta. Por delante tenían dos aberturas: la puerta para el acceso de las personas y la parte de piedra que se cocía, y la boca, más abajo, por donde se introducía el combustible.
Estos hornos se hacían en lugares donde había piedra de cal y leña. A pesar de que su utilización era esporádica, tenían una duración limitada, ya que cuando se cocía la cal también se cocía el horno, comprobándose que en cada cocida el desgaste de las paredes era de unos 2 cm.
A poca distancia de estos primitivos hornos hay la casa de «El Forn de la Calç», donde la fabricación de cal el medio de vida de sus moradores. A tocar de la casa hay tres otros hornos y un cuarto llamado «de raig»; también hay una gran cantera que suministraba la piedra de cal.
Estos hornos son más grandes y más sólidos que los tradicionales. En su parte frontal hay un espacio cubierto con vuelta qué servía de refugio de la lluvia y daba solidez a los hornos. Integrado edificio de los hornos un pequeño habitáculo parecido a una barraca donde los trabajadores de noche podían dormir durante los turnos de descanso.
En lugar de ser excavados en el terreno, estos hornos se construyeron con piedra y mortero de cal, y su interior está revestido de piedra arenisca (también piedra de «saladó»), que se encuentra en la zona y está formada por arena no calcárea consolidada.
Esta piedra no se altera con el fuego, así estos hornos no tenían el desgaste que se producía en los hornos excavados en el terreno calcáreo.
Los hornos solían funcionar en semanas alternas, de manera que el trabajo era continuo qué se fabricaba y estaba destinada a la venta. A pesar de eso los hornos y su sistema de producción era el mismo que en la época romana.